sábado, 9 de abril de 2016

Hacia ninguna parte

Supongo que estaría bien contarte cómo me siento, pero no se muy bien por dónde empezar.
Pongamos que la historia empieza donde siempre. Por ese momento en el que yo sabía perfectamente que acabaría haciéndome daño, pero me tapé los ojos para no ver lo que se me venía encima y los oídos para no escuchar todos los consejos que me daban mis amigos diciéndome que me alejase lo máximo posible de esa bomba de relojería. No hay nada nuevo, yo sigo siendo la idiota que se deja toda la carne en el asador y ella sigue siendo la hija de puta que me utiliza cada vez que se siente sola. 
Supongo que al principio, como todas las veces, quise creer que el azar estaba de mi parte, de la mía, porque nunca existe un plural, y vi una oportunidad de darle esquinazo a todas las señales que decían que ese era un camino sin salida. Y vaya si era un camino sin salida.