Ha pasado un mes.
Y te lo juro, no hay noche en la que tu
sonrisa no entre por la ventana y se quede a mi lado. Pero cuando
intento tocarte ya te has ido.
Te has ido. Joder. La peor parte de
esto es que cada vez que me fumo un cigarro espero que aparezcas otra
vez pidiéndome fuego. No sé, tal vez para quemar los recuerdos o encender viejas heridas, qué sé yo. Pero necesito escuchar tu voz para
decirte que...