domingo, 25 de agosto de 2013

Siempre me quedará(s)

Ha pasado un mes.
Y te lo juro, no hay noche en la que tu sonrisa no entre por la ventana y se quede a mi lado. Pero cuando intento tocarte ya te has ido.
Te has ido. Joder. La peor parte de esto es que cada vez que me fumo un cigarro espero que aparezcas otra vez pidiéndome fuego. No sé, tal vez para quemar los recuerdos o encender viejas heridas, qué sé yo. Pero necesito escuchar tu voz para decirte que...
no sé cómo respirar cuando una chica pasa por mi lado oliendo a Amor, Amor.
Ya ves, ahora más que nunca me limito a no saber. Casi prefiero no saber dónde he metido nuestras fotos, no vaya a ser que llegue una inundación. Por no saber, ya nunca sé cuando duermo porque siempre me dejo la luz encendida. Que ya no entiendo los domingos de cine ni los jueves de cervezas, ni comprendo porque quiero no recordarte.
Cosas imposibles, porque siempre me quedarán tus ojos contándome mil historias. Siempre serás la primera chica que me llevo a rastras un verano a la playa y la que aprendió a suturar mis miedos. Que no hubo otra que vaciara mis vicios. Que tú... tú siempre me quedarás en ese trozo de colchón que aun tiene escrito tu nombre detrás de la palabra amor
Dame un puto minuto, necesito encender las luces porque a cada paso que doy mis pies se encuentran con todas esas botellas rotas que dejamos por el suelo desde la última fiesta, y qué quieres que te diga... me dueles. Y cada vez desde que todos nos vestimos de negro va a más, enséñame a parar al tiempo o a ti, concédeme un deseo y pediría que me enseñases a no perderme o a perderte a ti. O pediría que no te fueras. Que no te fueras sin al menos saber que yo también te quería.
Perdona si no recuerdo cómo escribir(te): te quiero, todavía.
(Y es que... antes que escribirte prefiero escucharte, repitiendo una mentira, la más grande del mundo, en el contestador).

No hay comentarios:

Publicar un comentario