sábado, 9 de abril de 2016

Hacia ninguna parte

Supongo que estaría bien contarte cómo me siento, pero no se muy bien por dónde empezar.
Pongamos que la historia empieza donde siempre. Por ese momento en el que yo sabía perfectamente que acabaría haciéndome daño, pero me tapé los ojos para no ver lo que se me venía encima y los oídos para no escuchar todos los consejos que me daban mis amigos diciéndome que me alejase lo máximo posible de esa bomba de relojería. No hay nada nuevo, yo sigo siendo la idiota que se deja toda la carne en el asador y ella sigue siendo la hija de puta que me utiliza cada vez que se siente sola. 
Supongo que al principio, como todas las veces, quise creer que el azar estaba de mi parte, de la mía, porque nunca existe un plural, y vi una oportunidad de darle esquinazo a todas las señales que decían que ese era un camino sin salida. Y vaya si era un camino sin salida.
Ya sabes cómo soy, que no tengo punto intermedio y la necesitaba, sabes, la necesitaba de verdad. Porque no he vuelto a sentir que podría volver a entregarle todo a otra persona que no fuese ella. Yo lo sé desde hace muchísimo tiempo, tú también lo sabes, que yo no voy a volver a vivir esa explosión de felicidad como cuando estuve con ella. Y claro, las comparaciones son odiosas y he querido mucho, muchísimo a otras personas, eso también lo sabes, pero... ella es el sentimiento más puro y limpio de mi vida. Por eso la quise. La quise. Intenté ir despacio, como siempre, para ver si de verdad podría existir un futuro a corto plazo. Al principio todo estuvo bien, tuvimos un par de días de calma, de comodidad, de haber enterrado el hacha de guerra, y entonces, no sé, ocurrió sin más. Se alejó poco a poco y no quise verlo, como siempre. Y se lo dije, le dije que me estaba dejando fuera de juego y que si no veía que fuera a funcionar, que me lo dijese en ese momento, pero me mintió, como siempre. Y dejo que construyese un puente que iba hacia ninguna parte. 
Así me siento, como un puente que lleva a la nada, a un abismo desde el que cada vez me entran cada vez más ganas de lanzarme, no importa lo que haya al fondo. No soy capaz de entender para qué me miente de esa manera, no sé, incluso aunque todos mis finales me lleven a ella no significa que acabe a su lado, con eso le quería decir que quizá acabaría siendo una espectadora de su felicidad. Hace un tiempo leí una cosa que veía a decirme que el problema de que a mi vida le falte ella es que a su vida no le falta nadie y que cuando dos no aman a la vez, luego a uno se le cae el mundo entero encima. Y eso es lo que me está matando ahora. El mundo entero, las señales, los consejos. Quizá ese de quererme tan poco que no me importó quedarme en algún lugar donde ella ya no estaba. Y por eso me siento sola. No hay nada peor que eso, ¿no crees? Sentirse sola cuando quieres a alguien, pero me di cuenta demasiado tarde. Tarde, como cuando ves al tren irse y tú estás en el andén, viendo cómo se va sin ti esa oportunidad de sentirse completa.
Y sí, bueno el final de la historia es que ella está siendo feliz otra vez. Sin mí. Como siempre. Y yo me alegro, sabes, me alegro muchísimo por ella de que haya encontrado algo de luz en medio de esta puta oscuridad. Pero yo estoy destrozada, estoy cayéndome a pedazos por pensar que en algún momento me quiso lo suficiente como para no volver a hacerme daño de esa manera, por ver que me ha tratado como si nos conociésemos de ayer y fuese suficiente con el silencio para hacerme entender que ya basta, que se acabó. Claro que la querré siempre incluso aunque eso me parta por dentro todas las mañanas. Las cosas que se ha llevado de mí son suyas, pero el vacío es todo mío, ese sentimiento de mirarse en el espejo y no reconocerse, es todo mío.
Así que no sé, estoy en medio de ese puente yendo a ninguna parte, y si me encuentro con alguna sonrisa capaz de perderme algo más, no importa. A estás alturas, de verdad que no me importa destrozarme un poco más si ya no soy capaz de volver a sentirme yo. Así que me siento como con ganas de llorar ahora y luego también, pero no lo hago porque tengo miedo de no saber parar. Me siento como si no fuera lo suficiente para nadie y que el mundo es demasiado grande para mí y no doy para más. Me siento como si pudiera estar al lado de la gente, pero atrapada tras un cristal y como si se me estuviese acabando el aire. En resumen, me siento sola y triste, aunque lo segundo nunca me ha importado, sabes que siempre me he sentido una persona triste con pequeños momentos de felicidad. ¿Estará en el fondo del abismo? 

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