domingo, 2 de diciembre de 2012

Vete pronto, por favor.

Es gracioso, voy colocada y todavía acierto a darle a las letras... 
Y es curioso, pero el aleatorio me ha puesto Tu mirada me hace grande de Maldita Nerea. Seguro que a alguno le suena.
«Demasiado desafío, yo no puedo ser tan fuerte».
Ha llegado diciembre. Sin dudar, amo el frío, la lluvia, los días grises, o esos en los que hace sol pero no sabemos muy bien dónde se ha metido por culpa de las nubes. Todavía me acuerdo del día en que dejaron de gustarme los diciembres.
La felicidad dura lo mismo que nuestra canción favorita, o al menos eso creo yo. Recuerdo que... escuchaba mi canción favorita antes de que recibiera aquella llamada. Y después de colgar, nada volvió a ser lo mismo. Aquel diciembre empezó a arder. Odio profundamente el calor y es por eso que odio los diciembres. Porque para mí, arden, queman, me consumen. 
¿Alguien ha escuchado cómo canta Zahara Peces de ciudad? Ahora mismo me siento demasiado atrapada en la frase «¿y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar?». Esa es la sensación que me da este puto mes cada vez que viene. Se me hace demasiado eterno y tan solo acaba de empezar. Puede que sea verdad que aunque hayan pasado un par de años, hay cosas que sencillamente no se superan.
Diciembre, vete pronto, por favor.

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