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Pero, lo mire por donde lo mire, simplemente noto que he dejado de sentir la imperiosa necesidad de escribir, de escribir para ella, aunque sea para recordarla. O para sentir que no me ha dejado o no la he dejado de querer yo. Porque creía que era la única persona en todo el universo a la que iba a querer y que me iba a querer, suponiendo que «querer» tenga un significado para nosotras, cosa que ya dudo, cosa que creo que ninguna de las dos tiene ni puta idea...
No, ya no siento eso, es como si...
De un día para otro hubiera desaparecido. El hecho es que no creo que valga la pena ponerle un final, ni siquiera ficticio a una historia que para mí ha quedado reducida a cenizas, por mucho que la gente me diga que "donde hubo fuego, cenizas quedan" y que aun no sé cómo reaccionaría al verla un día por la calle pasando por mi lado... Pero es que ya se me han quitado las ganas de poder mirarla a los ojos y decirle todo lo que me hubiera gustado decirle fuera de una carta, incluso aunque ella pudiera leer esto, es que... Lo sabe, tanto como yo, que nos hemos perdido mutuamente, que al final ninguna de las dos estaba hecha para la otra, ni siquiera, para quedarnos a las 6.
Puedo decir que hasta ahora no había escrito ningún final, puede que por capricho o por amor, aunque haya perdido la idea general de lo que significa eso. El caso es que tenía que contárselo a alguien. Pero ya está, no existen las segundas oportunidades. Existen los amores inesperados, esos que no ves venir. Que hacen creerte que estás menos sólo en el mundo cuando te ves en los ojos de la otra persona, tal y como eres, tal y como quieres.
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