Yo no elegí quererte para mí. No elegí tus manos temblorosas, ni tus ojos color miel. Tampoco necesitarte o desear que estuvieras aquí fumándote unos petas conmigo.
No he elegido tener complejo de personas imposibles, ni que aparecieras aquel día de no sé que mes. No elegí desear tanto besarte otra vez, ni esas ganas locas de ti aunque sea una noche...
No he elegido creer que mereces la pena, ni siquiera pensar en ti en todo momento. Como tampoco todas esas noches con momentos musicales, ni mis estúpidas ganas de intentar hacerte feliz.