miércoles, 7 de marzo de 2012

Cállame con un beso

Lo admito. Me gusta ir por la calle a mi bola medio bailando cada canción con la música de mis cascos a tope, aislarme tanto que quizás tengo al lado a algún compañero de la universidad y no me entero hasta que no me pegan un buen susto. Me gusta decir «hostia, ahora todo tiene más sentido» mientras estamos en clase. Y pasarme tardes enteras viendo Anatomía de Grey o Sin cita previa, y pensar que quizas mis problemas y mis sentimientos son solo copias de los demás pero con mis propios fallos de fábrica. No me gusta despertarme de la cama sola, de echo siempre que me despierto sola, lo hago de muy mal humor, es decir, cinco días a la semana como mínimo...

Y a persar de ello no me gusta ser de nadie, ni poner etiquetas, ni ser la chica perfecta. Me gusta mi libertad, ir dando bandazos, sin atarme demasiado a nadie, sin tener la típica relación con las clásicas normas; me gusta ser la chica de al lado de la perfecta, esa que se tropieza. Me gusta ser yo: ese caos imperfecto hasta decir basta.
Hay algo que me gusta más que yo misma: Ella. Cuatro letras que han cambiado mi vida para siempre. 
Me gustan sus ojos, esos que me miran y saben lo que quiero. Sus manos, esas que me quitan la ropa los fines de semana... me gusta cuando duermo en su casa y quizás se duerma enfadada conmigo, pero a la mañana siguiente despierta abrazada a mí; me gusta que me sonría cuando hacemos la cena y mientras nos bebemos una botella de vino. Su espalda, esa que a veces uso como lienzo y otras como puente hasta sus piernas. Que me mire mientras escribo, que me abrace y me ponga el corazón a mil.Y lo que más me gusta de ella es cuando hablo, hablo y hablo y me calla con un beso. ¿Sabéis por qué? Porque cuando me besa, siento que ha llegado para ordenar mi caos imperfecto.
Así que chica, cállame con un beso y ordena mi puto caos sentimental.

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