Incondicional

Yo no elegí quererte para mí. No elegí tus manos temblorosas, ni tus ojos color miel. Tampoco necesitarte o desear que estuvieras aquí fumándote unos petas conmigo. 

No he elegido tener complejo de personas imposibles, ni que aparecieras aquel día de no sé que mes. No elegí desear tanto besarte otra vez, ni esas ganas locas de ti aunque sea una noche...

No elegí dormirme hablando contigo por la Blackberry, ni hacerte reír con mis payasadas por Skype. No elegí que fueras la primera a quien quisiera despertar cada mañana con un «buenos días princesa».

No he elegido creer que mereces la pena, ni siquiera pensar en ti en todo momento. Como tampoco todas esas noches con momentos musicales, ni mis estúpidas ganas de intentar hacerte feliz.

No elegí encontrarte o que me encontraras, ni siquiera elegí soñar contigo cada noche. Y eso para mí es una puta señal de que en algún momento quizás acabe a tu lado, por muy gilipollez que parezca. Así, como suena: CONTIGO. ¿Por qué lo pienso? Porque ya me he pasado mucho tiempo saboteando mi propia vida. Porque soy incondicional de tus miradas, de tus gilipolleces a las tantas, de tus idas y también de tus venidas, de cada pelea, pero también de todas y cada una de tus sonrisas. Porque no voy a irme, te guste o no. Porque después de todo, si tuviera que elegir algo, te elegiria a ti para compartir un siempre, porque por todo lo que debería odiarte, te quiero.